EL FRACASO DE LOS RESPONSABLES ESCOLARES
Se insiste mucho en el fracaso escolar en la ESO, pero este drama personal para los chicos/as, familiar y social, no es sino la consecuencia de la interacción de todas las variables que giran entorno al individuo que fracasa, que lo convierte en una víctima fracasada; si no, vean un ejemplo.
El Viceconsejero de Educación del Gobierno de Canarias, Don Fernando Hernández Guarch, concedió una entrevista al periódico El Día de Tenerife, en la que trata algunos asuntos relacionados con la educación. Extraigo dos preguntas para insistir en algo que me parece destacable:
“-¿Qué participación va a tener Canarias en el futuro Observatorio de la Convivencia Escolar que ha propuesto recientemente el Ministerio de Educación y Ciencia?
-Tal como nos han dado el diseño del Observatorio, nosotros no estamos muy de acuerdo, porque las comunidades autónomas tienen una representación mínima. Ni siquiera está asegurada la representación de todas las autonomías, porque entre todas hay que elegir a cuatro y, por lo tanto, Canarias podría estar años enteros sin tener siquiera un observador en ese órgano. Sin embargo, está copado por fuerzas sindicales y de otro tipo, y nosotros no lo vemos como un diseño razonable para una empresa del tipo de la violencia escolar.
-¿Cuál sería la propuesta más adecuada para afrontar este fenómeno?
-Pues con más medidas compensatorias en las escuelas, aunque, naturalmente, también nos gustaría que se aplicaran en la sociedad, aunque ese ya no es nuestro ámbito. También se precisaría de más aprendizaje en valores y concienciación de todos los protagonistas del sistema educativo, con la adecuada formación de los mediadores, padres, alumnos y docentes, y un marco legal que sea razonable y que se pueda aplicar en los casos extremos y que tengamos seguridad jurídica.”
Lo primero que me sorprende, aunque cada vez menos, es que asegure que una de las variables que debemos manejar para solucionar el problema está en tomar más medidas compensatorias en las escuelas. Él ha estado durante dos legislaturas en ese cargo, casi ocho años, y si por algo se han caracterizado estos cursos académicos ha sido por apretar más los horarios del profesorado, obligándolo a compartir hasta tres centros educativos diferentes. En los centros educativos hay alumnos cuyas dificultades se conocen de antemano, porque los conocemos a ellos y somos conscientes de su situación, para ellos podemos tomar alguna de las medidas que esta administración educativa pone a disposición de los centros; sin embargo, el elemento que más daño está haciendo ahora al sistema educativo, el que provoca más retraso, disruptividad, retraso en las programaciones, e induce a la violencia, no se puede acoger a los programas diseñados por la Consejería. Este tipo de alumnado, al que se quiere ayudar en los centros, no puede ser tratado según sus necesidades porque no hay tiempo para ello.
Antes, a la hora de repartir los horarios en los departamentos didácticos, solían quedar algunas horas disponibles para el centro, que los equipos directivos utilizaban para que los alumnos hicieran prácticas en los laboratorios, clases de recuperación y adaptar materiales para ese alumnado, o atender al alumnado que en un momento determinado tiene un conflicto con sus compañeros o con el profesor de turno y debe salir del aula. Ahora, en lugar de hacer esto, se le obliga a compartir centro, se le obliga a dar clase en dos o tres centros diferentes. Mientras, muchos alumnos están generando conflictos y, ni ellos ni sus compañeros, son atendidos adecuadamente.
Pero si esto ya es grave, más grave es lo que dice al final de la entrevista:
“-¿La propuesta de la LOE es suficiente para que Canarias no exija tener su propia legislación en materia educativa?
-Nosotros estamos desde hace tiempo intentando sacar adelante una ley de compensación de las desigualdades. Creemos que la principal asignatura pendiente de la educación en Canarias es producir un marco en el que haya una verdadera igualdad para todos los chicos y chicas, porque esa igualdad en educación es ficticia si no tenemos en cuenta que provienen de ambientes y familias muy distintas, donde el interés por fomentar el estudio está presente o es nulo completamente. Queríamos producir un marco de esa naturaleza, pero el momento político aconseja que sea en la próxima legislatura”.
Qué penoso que tengamos que sufrir este tipo de mentalidad: el alumnado tiene problemas, no hay igualdad en educación, provienen de ambientes distintos, por tanto van a seguir fracasando, van a estar en las aulas con el resto de sus compañeros, pero no los vamos a tratar como debemos hacerlo porque, después de ocho años, “el momento político aconseja que sea la próxima legislatura”. Esto es increíble. Deberían ser los hijos de esta gente los que esperen a la próxima legislatura para que reciban las medidas educativas adecuadas. Seguro que no lo harían, si fueran sus hijos no esperarían otra legislatura; es más, si estuvieran dando clase en las aulas de los centros públicos de ESO, tampoco esperarían.
Estas afirmaciones dejan a las claras lo que les importa la vida de estas personas, sabiendo que la igualdad en educación es ficticia, que si no se atiende bien al alumnado lo condenamos al fracaso personal, y que no se tomen medidas educativas porque el momento político no lo aconseja, debe ser un delito que le obligue a dimitir de su cargo, como poco.
La otra idea deslumbrante es que la Consejería de Educación no tiene competencias más allá de la puerta del instituto, aunque sabemos que es un ámbito en el que se debe intervenir porque se “aprende” tal cantidad de pautas, de valores, de “malas artes”, que nos obliga a destinar una cantidad tremenda de recursos en los institutos para desactivar todo ese mal aprendizaje que el alumnado ha adquirido en los ambientes sociales en los que se mueve. ¿De quién es la competencia? Si se es consciente, porque es evidente, que ahí hay una fuente de conflictos, seguramente la mayor, ¿por qué no se lidera una estrategia para que todos los responsables sociales minimicen los efectos devastadores que en el aula producen los malos aprendizajes sociales? Porque es más fácil exigir al profesorado que los resuelva, esa es la explicación, a pesar de que entra en contradicción con otra idea muy extendida, la de que el profesorado es un colectivo de gandules.
Esto es inadmisible: somos conscientes de los problemas, sabemos que si no los resolvemos condenamos a muchas personas jóvenes al fracaso personal y condenamos también a la sociedad a asumir los costes (no sólo sociales sino económicos) de ese fracaso, sabemos que podemos tomar algunas medidas pero el momento político no lo aconseja (la educación al servicio de la política, no al revés), también sabemos que hay otros agentes sociales importantes que se deben implicar pero no se lo pedimos o exigimos, y mientras, tenemos a todo un colectivo de docentes afrontando este temporal sin los recursos que le podríamos dar.
Estas desafortunadas declaraciones, en boca de la persona que mejor cabeza tiene en toda la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, son una muestra más del caos organizativo, de la dejadez, de la insensibilidad de estos individuos.
Cualquiera que conozca algo este mundo sabe que lo menos que se puede pedir, por éste y otros motivos, es la dimisión, ya, de todos/as.
El Viceconsejero de Educación del Gobierno de Canarias, Don Fernando Hernández Guarch, concedió una entrevista al periódico El Día de Tenerife, en la que trata algunos asuntos relacionados con la educación. Extraigo dos preguntas para insistir en algo que me parece destacable:
“-¿Qué participación va a tener Canarias en el futuro Observatorio de la Convivencia Escolar que ha propuesto recientemente el Ministerio de Educación y Ciencia?
-Tal como nos han dado el diseño del Observatorio, nosotros no estamos muy de acuerdo, porque las comunidades autónomas tienen una representación mínima. Ni siquiera está asegurada la representación de todas las autonomías, porque entre todas hay que elegir a cuatro y, por lo tanto, Canarias podría estar años enteros sin tener siquiera un observador en ese órgano. Sin embargo, está copado por fuerzas sindicales y de otro tipo, y nosotros no lo vemos como un diseño razonable para una empresa del tipo de la violencia escolar.
-¿Cuál sería la propuesta más adecuada para afrontar este fenómeno?
-Pues con más medidas compensatorias en las escuelas, aunque, naturalmente, también nos gustaría que se aplicaran en la sociedad, aunque ese ya no es nuestro ámbito. También se precisaría de más aprendizaje en valores y concienciación de todos los protagonistas del sistema educativo, con la adecuada formación de los mediadores, padres, alumnos y docentes, y un marco legal que sea razonable y que se pueda aplicar en los casos extremos y que tengamos seguridad jurídica.”
Lo primero que me sorprende, aunque cada vez menos, es que asegure que una de las variables que debemos manejar para solucionar el problema está en tomar más medidas compensatorias en las escuelas. Él ha estado durante dos legislaturas en ese cargo, casi ocho años, y si por algo se han caracterizado estos cursos académicos ha sido por apretar más los horarios del profesorado, obligándolo a compartir hasta tres centros educativos diferentes. En los centros educativos hay alumnos cuyas dificultades se conocen de antemano, porque los conocemos a ellos y somos conscientes de su situación, para ellos podemos tomar alguna de las medidas que esta administración educativa pone a disposición de los centros; sin embargo, el elemento que más daño está haciendo ahora al sistema educativo, el que provoca más retraso, disruptividad, retraso en las programaciones, e induce a la violencia, no se puede acoger a los programas diseñados por la Consejería. Este tipo de alumnado, al que se quiere ayudar en los centros, no puede ser tratado según sus necesidades porque no hay tiempo para ello.
Antes, a la hora de repartir los horarios en los departamentos didácticos, solían quedar algunas horas disponibles para el centro, que los equipos directivos utilizaban para que los alumnos hicieran prácticas en los laboratorios, clases de recuperación y adaptar materiales para ese alumnado, o atender al alumnado que en un momento determinado tiene un conflicto con sus compañeros o con el profesor de turno y debe salir del aula. Ahora, en lugar de hacer esto, se le obliga a compartir centro, se le obliga a dar clase en dos o tres centros diferentes. Mientras, muchos alumnos están generando conflictos y, ni ellos ni sus compañeros, son atendidos adecuadamente.
Pero si esto ya es grave, más grave es lo que dice al final de la entrevista:
“-¿La propuesta de la LOE es suficiente para que Canarias no exija tener su propia legislación en materia educativa?
-Nosotros estamos desde hace tiempo intentando sacar adelante una ley de compensación de las desigualdades. Creemos que la principal asignatura pendiente de la educación en Canarias es producir un marco en el que haya una verdadera igualdad para todos los chicos y chicas, porque esa igualdad en educación es ficticia si no tenemos en cuenta que provienen de ambientes y familias muy distintas, donde el interés por fomentar el estudio está presente o es nulo completamente. Queríamos producir un marco de esa naturaleza, pero el momento político aconseja que sea en la próxima legislatura”.
Qué penoso que tengamos que sufrir este tipo de mentalidad: el alumnado tiene problemas, no hay igualdad en educación, provienen de ambientes distintos, por tanto van a seguir fracasando, van a estar en las aulas con el resto de sus compañeros, pero no los vamos a tratar como debemos hacerlo porque, después de ocho años, “el momento político aconseja que sea la próxima legislatura”. Esto es increíble. Deberían ser los hijos de esta gente los que esperen a la próxima legislatura para que reciban las medidas educativas adecuadas. Seguro que no lo harían, si fueran sus hijos no esperarían otra legislatura; es más, si estuvieran dando clase en las aulas de los centros públicos de ESO, tampoco esperarían.
Estas afirmaciones dejan a las claras lo que les importa la vida de estas personas, sabiendo que la igualdad en educación es ficticia, que si no se atiende bien al alumnado lo condenamos al fracaso personal, y que no se tomen medidas educativas porque el momento político no lo aconseja, debe ser un delito que le obligue a dimitir de su cargo, como poco.
La otra idea deslumbrante es que la Consejería de Educación no tiene competencias más allá de la puerta del instituto, aunque sabemos que es un ámbito en el que se debe intervenir porque se “aprende” tal cantidad de pautas, de valores, de “malas artes”, que nos obliga a destinar una cantidad tremenda de recursos en los institutos para desactivar todo ese mal aprendizaje que el alumnado ha adquirido en los ambientes sociales en los que se mueve. ¿De quién es la competencia? Si se es consciente, porque es evidente, que ahí hay una fuente de conflictos, seguramente la mayor, ¿por qué no se lidera una estrategia para que todos los responsables sociales minimicen los efectos devastadores que en el aula producen los malos aprendizajes sociales? Porque es más fácil exigir al profesorado que los resuelva, esa es la explicación, a pesar de que entra en contradicción con otra idea muy extendida, la de que el profesorado es un colectivo de gandules.
Esto es inadmisible: somos conscientes de los problemas, sabemos que si no los resolvemos condenamos a muchas personas jóvenes al fracaso personal y condenamos también a la sociedad a asumir los costes (no sólo sociales sino económicos) de ese fracaso, sabemos que podemos tomar algunas medidas pero el momento político no lo aconseja (la educación al servicio de la política, no al revés), también sabemos que hay otros agentes sociales importantes que se deben implicar pero no se lo pedimos o exigimos, y mientras, tenemos a todo un colectivo de docentes afrontando este temporal sin los recursos que le podríamos dar.
Estas desafortunadas declaraciones, en boca de la persona que mejor cabeza tiene en toda la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, son una muestra más del caos organizativo, de la dejadez, de la insensibilidad de estos individuos.
Cualquiera que conozca algo este mundo sabe que lo menos que se puede pedir, por éste y otros motivos, es la dimisión, ya, de todos/as.
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