ZONA DE TRANSGRESIÓN

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24 noviembre, 2007

DISCULPEN, NO HEMOS PEDIDO PERDÓN

Los asuntos religiosos parecen difíciles de tratar, porque en ese trato se suele confundir con demasiada frecuencia el mundo espiritual y el mundo terrenal, y porque no se es claro a la hora de explicar las posturas.
Recientemente, el Obispo de Bilbao y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Sr. D. Ricardo Blázquez Pérez, pronunció el Discurso Inaugural de la XC Asamblea Plenaria en el que afirmó textualmente:
“Al recordar la historia nos encontraremos seguramente con hechos que marcaron el tiempo y con personas relevantes. En muchas ocasiones tendremos motivos para dar gracias a Dios por lo que se hizo y por las personas que actuaron; y probablemente en otros momentos ante actuaciones concretas, sin erigirnos orgullosamente en jueces de los demás, debemos pedir perdón y reorientarnos, ya que la “purificación de la memoria”, a que nos invitó Juan Pablo II, implica tanto el reconocimiento de las limitaciones y de los pecados como el cambio de actitud y el propósito de la enmienda”.
La mayoría de los observadores entendió este párrafo, en el contexto en el que se pronunció, como que el Sr. Blázquez estaba pidiendo perdón por algunas de las acciones que la Iglesia realizó en los años treinta en España, y que, además, reconoce el derecho a que cada comunidad, cada colectivo, pueda volver la mirada sobre la historia para aportar su visión sobre la misma: “Cada grupo humano –una sociedad concreta, la Iglesia católica en un espacio geográfico, una congregación religiosa, un partido político, un sindicato, una institución académica- tienen derecho a rememorar su historia, a cultivar su memoria colectiva, ya que de esta manera profundizan también en su identidad”.
Pues bien, no es así, o no sabemos lo que es, porque el Secretario General de la Conferencia Episcopal, el Sr. Martínez Camino, declaró en comparecencia ante los medios de comunicación que las palabras del Sr. Blázquez fueron sacadas de contexto, y recalcó que no estaban bien interpretadas cuando se entendían como una pedida de perdón.
En concreto, el Sr. Martínez dijo que las palabras no se pueden sacar de contexto, porque si se sacan, se puede decir cualquier cosa, como ha pasado estos días. De modo que podemos concluir que la Iglesia no ha pedido perdón por algunas actuaciones durante los años treinta. Lo que parecía una rendija en la puerta, abierta por el Sr. Blázquez, en la línea se pedir perdón, ha sido cerrada rápidamente por el Sr. Martínez.
Así, las cosas parecen seguir como estaban: sin asumir la responsabilidad por el histórico papel jugado en ese período de nuestra Historia, sin saber bien por dónde van las sensibilidades internas de la organización, sin tener claro las relaciones entre la jerarquía de la organización y las comunidades de base.
El hecho demuestra el interés en mantenerse en la indefinición calculada, en la no clarificación plena de sus posturas, con lo que volvemos al inicio. Sin embargo, esta actitud es muy contraria a otras acciones realizadas y a otras exigencias mostradas, en las que no se admiten posturas ambiguas.



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