EL OBJETIVO ES EL CONSENSO
Es obvio que la proximidad de las elecciones generales está acelerando los ritmos “cardiacos”, de las personas y de las organizaciones a las que pertenecen. Así, los partidos intentan llamar la atención del electorado, asegurándole que si llegan al poder tomarán una serie de medidas que le ayudarán a llevar una mejor vida, o que pondrán fin a determinados asuntos que pueden preocupar a sus posibles votantes.
En estas coordenadas se pueden encuadrar ofertas relativas a los impuestos que pagamos, las medidas relacionadas con la vivienda y las infraestructuras, las relativas a la lucha para terminar con el terror en la ciudadanía o la política territorial y autonómica, por poner algunos ejemplos.
De entre todas las ofertas que nos llegan destaco el manoseado asunto del consenso porque encierra trampa, puesto que una buena política de consenso requiere la voluntad de todos para llegar a él. Así, yo, si fuera de los que tendrían que llegar al consenso, puedo controlar cuando una política de consensos va a tener éxito y cuando va a ser un fracaso, puesto que está en mis manos hacer el esfuerzo por acercarnos al él o, por el contrario, empecinarme en hacer descarrilar esos esfuerzos. Es más, incluso puedo denunciar que son los otros quienes actúan a mis espaldas y, por tanto, hacer imposible el acuerdo, aunque sea yo quien vaya con esa estrategia fijada de antemano.
Durante esta legislatura he tenido claro que el consenso ha sido un objetivo prioritario. Primero, para hacerlo imposible en muchos de los ámbitos que se requiere; luego, para reivindicarlo y manipularlo hasta que den náuseas; y, por último, para erigirse en el auténtico impulsor de los consensos necesarios para que un país funcione bien.
Esta es la oferta que el Partido Popular nos hace ahora: trabajar con una auténtica política de consensos en los tema de Estado, como si la Historia reciente se hubiera borrado de repente. Si así de creíble es toda la oferta que nos hacen, tengamos paciencia. Si tenemos alguna tentación, baste con repasar un poco las campañas de la legislatura: cuantos dramas han sido dados por seguros y nunca llegaron, cuantas especulaciones se han vendido como científicamente demostradas y se demostraron falsas y malintencionadas, cuantas burlas a la inteligencia común que ahora parece que nunca se hicieron, y un largísimo etc. que cada cual puede ayudar a completar en los comentarios.
En estas coordenadas se pueden encuadrar ofertas relativas a los impuestos que pagamos, las medidas relacionadas con la vivienda y las infraestructuras, las relativas a la lucha para terminar con el terror en la ciudadanía o la política territorial y autonómica, por poner algunos ejemplos.
De entre todas las ofertas que nos llegan destaco el manoseado asunto del consenso porque encierra trampa, puesto que una buena política de consenso requiere la voluntad de todos para llegar a él. Así, yo, si fuera de los que tendrían que llegar al consenso, puedo controlar cuando una política de consensos va a tener éxito y cuando va a ser un fracaso, puesto que está en mis manos hacer el esfuerzo por acercarnos al él o, por el contrario, empecinarme en hacer descarrilar esos esfuerzos. Es más, incluso puedo denunciar que son los otros quienes actúan a mis espaldas y, por tanto, hacer imposible el acuerdo, aunque sea yo quien vaya con esa estrategia fijada de antemano.
Durante esta legislatura he tenido claro que el consenso ha sido un objetivo prioritario. Primero, para hacerlo imposible en muchos de los ámbitos que se requiere; luego, para reivindicarlo y manipularlo hasta que den náuseas; y, por último, para erigirse en el auténtico impulsor de los consensos necesarios para que un país funcione bien.
Esta es la oferta que el Partido Popular nos hace ahora: trabajar con una auténtica política de consensos en los tema de Estado, como si la Historia reciente se hubiera borrado de repente. Si así de creíble es toda la oferta que nos hacen, tengamos paciencia. Si tenemos alguna tentación, baste con repasar un poco las campañas de la legislatura: cuantos dramas han sido dados por seguros y nunca llegaron, cuantas especulaciones se han vendido como científicamente demostradas y se demostraron falsas y malintencionadas, cuantas burlas a la inteligencia común que ahora parece que nunca se hicieron, y un largísimo etc. que cada cual puede ayudar a completar en los comentarios.
Etiquetas: Campaña electoral, Partido Popular, Política
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