COMIENZA EL TIEMPO DE LA AUTOCRÍTICA
La derecha política y mediática se empeña en ofender a todos los ciudadanos al seguir afirmando que existen relaciones (cuando no acuerdos) entre el Presidente del Gobierno y la banda terrorista, así, hablar de paz hoy, igual que han hecho todos los cargos políticos durante toda la etapa democrática, lo vuelven a convertir en un ataque a los deseos de cualquier persona de bien, a los deseos de convivencia pacífica.
Por ello, lo que en circunstancias normales hubiera sido considerado como un éxito en la lucha antiterrorista, en la actual coyuntura se convierte también en un fracaso estrepitoso. Esa es la lectura que la derecha mediática está haciendo de los éxitos que la policía autónoma vasca está teniendo en su labor al detectar un coche preparado para hacerlo explotar, un mochila y una fiambrera con más material explosivo.
La perversión es tal, que todo ha sido un fracaso porque no se detectó la furgoneta de Barajas, pero también lo es que se detectara el coche y el resto del material explosivo por parte de aquella policía. Hace algún tiempo, lo que hoy pasa se hubiera calificado de “golpe a la banda terrorista”, si embargo se presenta como la muestra de un fracaso, y no de la banda terrorista sino del Gobierno. Así son nuestros “demócratas”.
Se acercan los momentos de la autocrítica, de la que nadie debe escapar, así que esperamos con auténtica expectación la que tendrán que hacer todos los grupos políticos, los editorialistas y los contertulianos.
Aún siendo conscientes de que es pronto para análisis muy profundos, el primero en pasar a reconocer algunos errores ha sido el Secretario de Organización y Coordinación del PSOE, reconociendo que puede haber habido dificultades en el información o interlocución con la banda terrorista, puesto que es evidente que la información que el Gobierno tenía de la banda no es la que realmente estaba queriendo transmitir al Gobierno. Todo esto dando por supuesto que los asesinos más radicales quisieran hacer llegar a los interlocutores del Gobierno que las conversaciones se rompían y que, por tanto, volvían a la actividad terrorista. La otra posibilidad es que estuvieran dando la sensación al Gobierno de que el diálogo continuaría, por eso el Presidente dijo lo que dijo el día 29, mientras estaban pensando hacer lo que hicieron en Barajas. Espero que pronto se despejen algunas de estas interrogantes.
Sin embargo, hay dos colectivos de los que jamás se espera autocrítica alguna, y son: el sector enfermizo de la extrema derecha, que si realmente se cree que hay acuerdos entre el Gobierno y la banda terrorista debe solicitar hora en el psiquiatra, los segundos de los que no se espera autocrítica son los que se denominan izquierda abertzale.
Los primeros sólo preocupan porque la manipulación tan escandalosa que hacen de los hechos pueda suponer un verdadero contratiempo para la convivencia ciudadana, porque todos sabemos que se empieza por elevar el tono, por la palabra gruesa y perversa que se ampara en la libertad de expresión, y no se sabe donde acaban quienes escuchan esas proclamas.
De los segundos ya nadie espera nada, ni siquiera quienes en su momento firmaron con ellos acuerdos y pactos como el de Estella/Lizarra. Es el caso del PNV, que también los coloca en la marginalidad política, y sino vean los piropos que el Sr. Anasagasti les dedica en su blog. Seguramente, el fracaso de aquellos acuerdos firmados en el año 1.998 le lleva a asegurar que son unos “imbéciles”, calificando a su ilegalizada organización como una “cuadrilla de cantamañanas” a los que la banda terrorista no tiene en cuenta para nada.
Lo único lamentable en todo este tiempo que ha durado el proceso es que la derecha democrática ha dado crédito a las ruedas de prensa de los imbéciles y se han hecho eco de las afirmaciones de los cantamañanas. Con ello, en la práctica política ha funcionado una nueva pinza, formada por esta mencionada cuadrilla en un lado y la derecha democrática en el otro, apretando hasta dejar sin aire político al Gobierno y, aunque menos, al resto de partidos que lo apoyan en este intento de acabar con la violencia terrorista.
Ya sé que lo que pido no es fácil, sobre todo para estos colectivos de políticos, editorialistas y contertulianos, pero sólo les quedan tres posibles alternativas: hacer como que no se han equivocado en nada durante estos meses, continuar empecinados en mantener sus falsedades o hacer también autocrítica. Estaremos expectantes a los próximos discursos, la base en la que éstos se sustenten, los tonos que se usen al hacerlos públicos y las insinuaciones que los mismos lleven implícitas. Ya se acabó también el tiempo de decir al otro lo que tiene que hacer, como dando a entender que no lo está haciendo, o decirle lo que no debe hacer, como si lo estuviera haciendo.
Como dijo no hace mucho tiempo el Sr. Rajoy al canal de televisión TV3, una de las cuestiones claves en la lucha contra el terrorismo es la discreción, “hablar poco, y si se puede hablar nada, mejor”.
A ver si nos lo aplicamos. Por cierto, sería conveniente que el consejo lo fuera dando allá por donde va: comités de su partido, emisoras visitadas con frecuencia, periodistas amigos, portavoces, etc.
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