HACER POLÍTICA CON EL DICCIONARIO
El discurso de los actores y comentaristas de la vida política lo podemos repartir en tres grupos bien diferenciados:
1º.- Los que dejan las cosas claras pero sin decirlas expresamente, lo que les permite jugar con ventaja en caso de tener que rectificar y volver sobre sus palabras.
2º.- Los que las dejan claras, pero luego siempre hay alguien “que tiene dudas”, quizá no sean más claros por prudencia y responsabilidad del cargo, aunque seguro que aparecerá alguien que le exija más claridad.
3º.- Los que las dicen tan claras, que no cabe ninguna duda respecto a lo que piensan.
En estos días posteriores al atentado terrorista, nos hemos encontrado en los medios con los tres modelos, puesto que la primera reacción a la intervención del Gobierno tras el atentado se centró en cuestiones léxicas. Esta es la última genialidad para hacer política.
Al primer grupo pertenecen los que ya han dejado claro que el objetivo es desembarazarse de Zapatero, y hacerlo por el hecho de que el objetivo del final pactado de la banda terrorista ha sido un fracaso. Y ha sido un fracaso porque la banda terrorista así lo ha querido.
Los de este grupo dicen cosas como “(...) La convocatoria del Pacto Antiterrorista no debería aplazarse más de una o dos semanas, por lo cual si el Gobierno responde negativamente al emplazamiento del PP, Rajoy tendría que dar el paso de pedir al presidente del Gobierno que se someta de inmediato a una cuestión de confianza ante el Congreso para saber con qué respaldo cuenta para gobernar. Si Zapatero no accediera a esa petición, estaría justificada la exigencia de elecciones anticipadas. Sólo si el presidente del Gobierno se negara a pactar o someter su política al debate y a las urnas, estarían justificadas otro tipo de iniciativas, ya que un amplio sector de la sociedad española podría llegar a la conclusión de que para hacer frente a ETA sería preciso desembarazarse de Zapatero." (Editorial de El Mundo 03.01.07).
Aún así, éstos también siguen apostando por la unidad de todos los partidos políticos para elaborar una estrategia democrática y común para luchar contra el terrorismo, que debe ejecutar el propio Gobierno, claro. Es decir, este colectivo tiene la habilidad de decir las cosas claramente, pero siempre dejando una posibilidad para poder rectificar si fuera necesario. O lo que es peor, adaptan el discurso al entorno en el que se encuentren, a quienes los escuchan. Por eso, no es extraño oírles argumentos diferentes entre la mañana y la noche.
El segundo colectivo es el de los analistas puros, sean políticos o tertulianos. Llegado el caso son capaces de andar con el diccionario en la mano, examinando uno a uno los términos que se utilizaron para luego relanzar la polémica. Así podemos entender lo que ha pasado con los análisis hechos después de las intervenciones gubernamentales tras el atentado, se ha edificado toda una teoría sobre lo que significa suspender, cancelar, romper con, etc., etc.
La otra cuestión relacionada con este modo de analizar es valorar el discurso en función de quien lo diga; esto es, “lo debe decir el Presidente de manera solemne” o no tiene valor. Cuando está claro que lo que se busca es sacar partido político de estas exigencias, que no están destinadas a impulsar el final del terrorismo, sino a obtener ventaja electoral del problema del terrorismo.
Quizá habría que incluir aquí a todos los listos que se pregunta cómo nadie se enteró de que el atentado se iba a producir, todos/as los que han calificado al Gobierno y a su Presidente de tonto, de no enterarse y de que lo han engañado. Estos listos no cayeron en la cuenta que con su forma de ver y analizar un atentado terrorista han llamado tontos, idiotas y demás lindezas a todos los Presidentes de la Democracia y a todas las personas que han trabajado, en muchos casos hasta dejar su vida, por acabar con el terrorismo. Incluso, por desgracia, los han llamado tontos en un nivel superior, porque fue en otras legislaturas donde los terroristas más atacaron, más “engañaron”.
A veces las vísceras les empujan a decir y escribir argumentos que luego no se demuestran, ni por asomo. De esto hemos tenido más que suficiente estos meses, y espero que no se vuelva a hacer política con lo inexistente. Ahora hay un interrogante sobre la situación interna de la banda terrorista, sobre posibles divisiones. Cuando el tiempo pase, veremos quién ha sido engañado de verdad.
El tercer grupo es el que menos dudas ofrece. Esta gente tan segura de lo que dice, en lugar de ofrecer confianza, generan demasiadas dudas. O no. Les pongo dos ejemplos y ustedes los valoran, pero algo es bastante claro: no ofrecen dudas ni dejan lugar a las interpretaciones.
El primer ejemplo lo tenemos en Don Francisco José Alcaraz, éste afirmó ayer: "Pienso que se ha roto el diálogo pero no se ha roto el proceso. Pienso que esto es un paréntesis que tanto ETA como el Gobierno han ideado para retomar el proceso en una situación mucho más cómoda para ambos”. A otra pregunta respondió “este paréntesis busca anestesiar la sociedad española y, especialmente, a la Navarra de cara a un proceso electoral para que el PSOE pueda conseguir el poder en esta Comunidad Autónoma. Así, podrán pagar el precio político que exige la banda terrorista ETA. Pienso que es un plan maquiavélico por lo que, vamos a vivir unos meses complejos en tanto que todo responde a una gran mentira que van escenificar la banda terrorista y el Gobierno." (http://www.escolar.net/)
El otro ejemplo de firmeza, de tener las cosas muy claras, lo ha protagonizado hoy el Secretario General del Partido Popular, cuando afirmó: “A ETA se le puede vencer y sabemos cómo”. Cuanta tristeza no haberlo podido conseguir tampoco en los ocho años de gobierno del Partido Popular o en su etapa de Ministro del Interior. ¿Demagogia? ¿Electoralismo? ¿Manipulación?
¿Y de las víctimas quién habla? ¿Y de los terroristas?
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