¿CAMINO A BELÉN?
El pasado veintiséis de noviembre manifestamos nuestro optimismo ante las noticias que llegaban de Oriente Próximo: Israel y Palestina llegaban a un principio de acuerdo para el alto el fuego. Las negociaciones continúan avanzando hasta el punto que el Presidente Palestino, Mahmud Abbas, y le Israelí, Ehud Olmert, se reunieron el pasado veintitrés de diciembre.
La reunión ha tenido lugar según los analistas, más que para impulsar el proceso de paz entre los dos países, para conseguir desactivar el poder da Hamas en Palestina, objetivo éste en el que coinciden los dos presidentes. Recordemos que Abbas decidió convocar elecciones ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Hamas para formar un gobierno de unidad nacional que permita desbloquear las transferencias económicas hacia Palestina.
De modo que ahora, tanto Israel como EE UU y Reino Unido están interesados en fortalecer el poder de Abbas, para restárselo al Primer Ministro Haniyeh, y, por extensión, restarle influencia también a Irán, que aspira a ser el líder de los países árabes. Reconocen así el fracaso estrepitoso de la política de extrema dureza que se ha llevado a cabo en Palestina, de pura represión, lo que ha supuesto una radicalización de la población y el poder para Hamas.
De momento hay cuatro consecuencias de tal reunión. La primera es el normal deshielo de las relaciones después de casi dos años sin verse los presidente de ambos países; la segunda consecuencia es el acceso de Olmert a desbloquear cien millones de dólares de los fondos palestinos que Israel mantiene bloqueados, para destinarlos a ayuda humanitaria; también se permite el paso por Egipto de armas destinadas a la guardia del Presidente Palestino; y la cuarta, facilitar los movimientos y la circulación de los palestinos de Cisjordania.
Es evidente que estos gestos tienen que mejorar el camino hacia un entendimiento definitivo, que debe pasar por la liberación de presos que no tengan delitos de sangre y la puesta en libertad del soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado el pasado veinticinco de junio por milicianos de Hamas, en otros.
En cierta forma, este es un nuevo aviso para quienes ha abandonado la vía diplomática, como estrategia para resolver los conflicto, y han apostado sólo por el cañón. Esperamos que no sea tarde, y que no pase como en las anteriores elecciones, cuando las encuestas mostraban que Hamas ganaría, llegaron los desbloqueos económicos en favor de los palestinos, que cogieron el dinero y la papeleta de Hamas para introducirla en las urnas.
Si vuelve a ser así, sólo cabe integrar a Hamas definitivamente en el juego democrático y sacarla de la lista de organizaciones terroristas, pero este extremo es muy complicado, porque Hamas se niega a reconocer el Estado de Israel y el Presidente Israelí se encuentra muy presionado por el sector más conservador de su población.
La reunión ha tenido lugar según los analistas, más que para impulsar el proceso de paz entre los dos países, para conseguir desactivar el poder da Hamas en Palestina, objetivo éste en el que coinciden los dos presidentes. Recordemos que Abbas decidió convocar elecciones ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Hamas para formar un gobierno de unidad nacional que permita desbloquear las transferencias económicas hacia Palestina.
De modo que ahora, tanto Israel como EE UU y Reino Unido están interesados en fortalecer el poder de Abbas, para restárselo al Primer Ministro Haniyeh, y, por extensión, restarle influencia también a Irán, que aspira a ser el líder de los países árabes. Reconocen así el fracaso estrepitoso de la política de extrema dureza que se ha llevado a cabo en Palestina, de pura represión, lo que ha supuesto una radicalización de la población y el poder para Hamas.
De momento hay cuatro consecuencias de tal reunión. La primera es el normal deshielo de las relaciones después de casi dos años sin verse los presidente de ambos países; la segunda consecuencia es el acceso de Olmert a desbloquear cien millones de dólares de los fondos palestinos que Israel mantiene bloqueados, para destinarlos a ayuda humanitaria; también se permite el paso por Egipto de armas destinadas a la guardia del Presidente Palestino; y la cuarta, facilitar los movimientos y la circulación de los palestinos de Cisjordania.
Es evidente que estos gestos tienen que mejorar el camino hacia un entendimiento definitivo, que debe pasar por la liberación de presos que no tengan delitos de sangre y la puesta en libertad del soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado el pasado veinticinco de junio por milicianos de Hamas, en otros.
En cierta forma, este es un nuevo aviso para quienes ha abandonado la vía diplomática, como estrategia para resolver los conflicto, y han apostado sólo por el cañón. Esperamos que no sea tarde, y que no pase como en las anteriores elecciones, cuando las encuestas mostraban que Hamas ganaría, llegaron los desbloqueos económicos en favor de los palestinos, que cogieron el dinero y la papeleta de Hamas para introducirla en las urnas.
Si vuelve a ser así, sólo cabe integrar a Hamas definitivamente en el juego democrático y sacarla de la lista de organizaciones terroristas, pero este extremo es muy complicado, porque Hamas se niega a reconocer el Estado de Israel y el Presidente Israelí se encuentra muy presionado por el sector más conservador de su población.
A ver si todos los caminos que conducen a Belén dejan de estar cortados.
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