EL TERROR DE LAS URNAS
Don Miguel Ángel Rodríguez, el portavoz del Gobierno en la primera legislatura del Sr. Aznar, hizo en un programa de televisión la siguiente reflexión: “España tiene que saber no sólo quién puso las bombas, sino qué grupo terrorista puso a Zapatero en la Moncloa. Ésta es la pregunta. El Gobierno lleva tres años sin dar información del 11-M”.
Esta pregunta provoca que nos planteemos, inmediatamente, otras: ¿Fueron los GAL quienes llevaron al Sr. Aznar a la Presidencia del Gobierno de España? ¿Fue el grupo popular el que llevó al Sr. Zapatero a la Moncloa?
La respuesta sería, con seguridad, negativa, porque al Sr. Aznar lo proclamaron Presidente los españoles que le votaron, muchos desencantados con la gestión que del asunto de los GAL hizo el Gobierno del Sr. González, entre otros motivos, y el grupo popular no es un grupo terrorista.
Si la respuesta fuera en esta dirección, en el Partido Popular deben asumir que en ocho años de gobierno se toman decisiones que son erróneas, algunas de las cuales provocan que la ciudadanía te eche del poder.
En este caso, es fácil valorar la incidencia en las urnas de gestiones como la del accidente del avión Yakolev, el Prestige, las decisiones tomadas que hicieron que se convocara una huelga general, la apuesta por la guerra de Irak y, sobre todo, la desastrosa manera en que se llevó el atentado del 11-M, entre otros desaciertos.
Debe ser que la prepotencia con la que se presentan, de la que hacen gala continuamente para poder acusar al humilde de cobarde, les impide imaginar, siquiera, que se pudieran equivocar en algo, les impide hacer la más mínima autocrítica.
De modo que sólo les queda la huída hacia delante, la acusación permanente, aunque ello suponga acusar de grupo terrorista a los once millones de españoles/as que votaron el catorce de marzo de dos mil cuatro a favor del programa de Partido Socialista.
La rabia entre los populares debe ser inmensa, y cada día se confirma que aún no aceptan el veredicto de las urnas. Por ello, no les importa seguir haciendo uso electoral del daño que causan los terroristas, porque entienden que también se los causaron a ellos. Y, por eso, no quieren entrar en analizar las consecuencias de haber estado en las Azores y la pésima gestión hecha con la información sobre el atentado del 11-M.
Tampoco se interesan por saber si en los atentados del 11-S, en los de Londres, Casablanca, etc., había alguna otra trama que no fuera la del islamismo radical. Ni siquiera se preguntan si la renovación del mandato del Sr. Presidente de EEUU, o la publicidad de la candidatura de la Presidencia del Sr. Giuliani se la dio Al Qaeda.
Es comprensible que se sientan indignados cuando la práctica totalidad de los Gobiernos que han sufrido ataques terroristas se vieron reforzados por su ciudadanía, mientras que a ellos les costó salir del Gobierno, pero el veredicto de las urnas es inapelable, más incluso que el de los jueces.
Esta pregunta provoca que nos planteemos, inmediatamente, otras: ¿Fueron los GAL quienes llevaron al Sr. Aznar a la Presidencia del Gobierno de España? ¿Fue el grupo popular el que llevó al Sr. Zapatero a la Moncloa?
La respuesta sería, con seguridad, negativa, porque al Sr. Aznar lo proclamaron Presidente los españoles que le votaron, muchos desencantados con la gestión que del asunto de los GAL hizo el Gobierno del Sr. González, entre otros motivos, y el grupo popular no es un grupo terrorista.
Si la respuesta fuera en esta dirección, en el Partido Popular deben asumir que en ocho años de gobierno se toman decisiones que son erróneas, algunas de las cuales provocan que la ciudadanía te eche del poder.
En este caso, es fácil valorar la incidencia en las urnas de gestiones como la del accidente del avión Yakolev, el Prestige, las decisiones tomadas que hicieron que se convocara una huelga general, la apuesta por la guerra de Irak y, sobre todo, la desastrosa manera en que se llevó el atentado del 11-M, entre otros desaciertos.
Debe ser que la prepotencia con la que se presentan, de la que hacen gala continuamente para poder acusar al humilde de cobarde, les impide imaginar, siquiera, que se pudieran equivocar en algo, les impide hacer la más mínima autocrítica.
De modo que sólo les queda la huída hacia delante, la acusación permanente, aunque ello suponga acusar de grupo terrorista a los once millones de españoles/as que votaron el catorce de marzo de dos mil cuatro a favor del programa de Partido Socialista.
La rabia entre los populares debe ser inmensa, y cada día se confirma que aún no aceptan el veredicto de las urnas. Por ello, no les importa seguir haciendo uso electoral del daño que causan los terroristas, porque entienden que también se los causaron a ellos. Y, por eso, no quieren entrar en analizar las consecuencias de haber estado en las Azores y la pésima gestión hecha con la información sobre el atentado del 11-M.
Tampoco se interesan por saber si en los atentados del 11-S, en los de Londres, Casablanca, etc., había alguna otra trama que no fuera la del islamismo radical. Ni siquiera se preguntan si la renovación del mandato del Sr. Presidente de EEUU, o la publicidad de la candidatura de la Presidencia del Sr. Giuliani se la dio Al Qaeda.
Es comprensible que se sientan indignados cuando la práctica totalidad de los Gobiernos que han sufrido ataques terroristas se vieron reforzados por su ciudadanía, mientras que a ellos les costó salir del Gobierno, pero el veredicto de las urnas es inapelable, más incluso que el de los jueces.
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