INCALIFICABLE
Esta semana que acaba ha estado marcada por dos asuntos elevadamente penosos: la corrupción, cada vez más extendida por todos los municipios, y la sesión de control al gobierno.
En el Senado, el portavoz de la derecha, al parecer haciéndose eco de una información publicada en el diario Gara, acusa al presidente del gobierno de tener una estrategia marcada desde el año 2002, cuando autorizó contactos de gente de su partido con los terroristas, mientras firmaba pactos democráticos con el gobierno y eta seguía matando.
La primera cuestión a seguir lamentando es que la oposición asuma las tesis del entorno terrorista, sin escrúpulo alguno, y las lleve a las instituciones con la única intención de erosionar al gobierno. Esta estrategia, con el asunto del terrorismo, es tan deplorable que la deslegitima para una acción de gobierno futura, porque sólo beneficia al entorno de eta, que ve como cada semana la oposición lleva al debate, en los medios de comunicación y en las instituciones, a los asuntos que ellos quieren y que previamente filtran en sus “medios”.
Segundo, la derecha parece estar demostrando con estas acusaciones su propia incapacidad para gobernar. No es coherente que ahora se esgrima ese hecho ocurrido en el año dos mil dos, cuando ellos gobernaban, que los servicios de inteligencia a su cargo no lo detectaran. Lo mismo que no es admisible seguir en la dinámica iniciada con el atentado del once de marzo, alegando que se montó un complot tremendo para echarlos del gobierno, complot que no pueden demostrar y que tampoco fueron capaces de detectar a tiempo.
Estos hechos contrastan con que sí se supo inmediatamente que el líder de Ezquerra había ido a Francia a reunirse con los terroristas para que éstos no cometieran más atentados en Cataluña, lo que le costó innumerables críticas y un cese.
El cuarto aspecto destacable es la insistencia en la peligrosísima falacia según la cual lo que la derecha esgrime es cierto porque el presidente no entra a desmentirlo. Es decir, el presidente tiene que demostrar una y otra vez en las instituciones del Estado, en cada ocasión en que la derecha lo quiera, que lo que se publica en esos “medios” no se ajusta a la verdad; porque si no lo hace, entonces lo publicado es cierto. Quienes tienen que demostrar que lo publicado se ajusta a los hechos es quien hace uso de esa información, y quienes se sientan dañados por ella deben actuar conforme a la leyes.
Por eso, parece lamentable que el debate político en las instituciones esté marcado diariamente por el entorno del terrorismo, al que la derecha le da crédito cuando lo puede utilizar como arma arrojadiza contra el gobierno, o deslegitima si las circunstancias lo aconsejan. Cuando la derecha gobernó, se esforzó en cerrar Egin, antecesor de Gara, por ser instrumentos al servicio de los objetivos terroristas, por eso no se entiende que ahora se atrevan a hacer suyo el discurso de este medio y ponerlo cada día en el debate político.
El único que sale beneficiado de todo ello es el entorno terrorista, que ve cómo ellos marcan la agenda cada vez que la derecha les sirve de amplificador.
Por último, es importante reflexionar sobre el origen de esta lamentable dinámica de erosionar al gobierno con el problema del terrorismo. Al parecer, es de todo lo dicho, lo que la derecha sigue manteniendo, la culpa de que la situación en las instituciones y en la sociedad esté así es del gobierno por no informar al partido de la oposición. Tengo mis dudas razonables.
La derecha diseña una estrategia para explicar los atentados del once de marzo que no se sostiene, como consecuencia de ello, o no, pierden las elecciones. Desde ese mismo día inician una campaña agresiva contra el gobierno al que acusan de cometer un sin fin de tropelías legales y políticas, que nunca han conseguido demostrar, pero que mantienen vivas asegurando que ya se demostrarán. En aquellos momentos no se hablaba de la negociación con eta, sin embrago, las relaciones ya estaban muy tensas entre el gobierno y la oposición, por lo que parece evidente que no ha sido la supuesta falta de información lo que ha llevado las cosas al punto en el que están.
Pero es más, en un tema de esta magnitud, como es el terrorismo, aunque fuera cierto que el gobierno, que tiene el derecho y la obligación de dirigir la política antiterrorista, no informó adecuadamente en aquel momento de lo que pensaba hacer, no es razón suficiente para que se dé cada día este lamentable espectáculo, tanto por los dirigentes políticos que aspiran a gobernar como por los “medios de comunicación”, “tertulianos”, “periodistas”, manipuladores, etc., aunque fuera cierto que el gobierno no informó, insisto.
Tanta incoherencia y tanta incompetencia velada es muy alarmante.
En el Senado, el portavoz de la derecha, al parecer haciéndose eco de una información publicada en el diario Gara, acusa al presidente del gobierno de tener una estrategia marcada desde el año 2002, cuando autorizó contactos de gente de su partido con los terroristas, mientras firmaba pactos democráticos con el gobierno y eta seguía matando.
La primera cuestión a seguir lamentando es que la oposición asuma las tesis del entorno terrorista, sin escrúpulo alguno, y las lleve a las instituciones con la única intención de erosionar al gobierno. Esta estrategia, con el asunto del terrorismo, es tan deplorable que la deslegitima para una acción de gobierno futura, porque sólo beneficia al entorno de eta, que ve como cada semana la oposición lleva al debate, en los medios de comunicación y en las instituciones, a los asuntos que ellos quieren y que previamente filtran en sus “medios”.
Segundo, la derecha parece estar demostrando con estas acusaciones su propia incapacidad para gobernar. No es coherente que ahora se esgrima ese hecho ocurrido en el año dos mil dos, cuando ellos gobernaban, que los servicios de inteligencia a su cargo no lo detectaran. Lo mismo que no es admisible seguir en la dinámica iniciada con el atentado del once de marzo, alegando que se montó un complot tremendo para echarlos del gobierno, complot que no pueden demostrar y que tampoco fueron capaces de detectar a tiempo.
Estos hechos contrastan con que sí se supo inmediatamente que el líder de Ezquerra había ido a Francia a reunirse con los terroristas para que éstos no cometieran más atentados en Cataluña, lo que le costó innumerables críticas y un cese.
El cuarto aspecto destacable es la insistencia en la peligrosísima falacia según la cual lo que la derecha esgrime es cierto porque el presidente no entra a desmentirlo. Es decir, el presidente tiene que demostrar una y otra vez en las instituciones del Estado, en cada ocasión en que la derecha lo quiera, que lo que se publica en esos “medios” no se ajusta a la verdad; porque si no lo hace, entonces lo publicado es cierto. Quienes tienen que demostrar que lo publicado se ajusta a los hechos es quien hace uso de esa información, y quienes se sientan dañados por ella deben actuar conforme a la leyes.
Por eso, parece lamentable que el debate político en las instituciones esté marcado diariamente por el entorno del terrorismo, al que la derecha le da crédito cuando lo puede utilizar como arma arrojadiza contra el gobierno, o deslegitima si las circunstancias lo aconsejan. Cuando la derecha gobernó, se esforzó en cerrar Egin, antecesor de Gara, por ser instrumentos al servicio de los objetivos terroristas, por eso no se entiende que ahora se atrevan a hacer suyo el discurso de este medio y ponerlo cada día en el debate político.
El único que sale beneficiado de todo ello es el entorno terrorista, que ve cómo ellos marcan la agenda cada vez que la derecha les sirve de amplificador.
Por último, es importante reflexionar sobre el origen de esta lamentable dinámica de erosionar al gobierno con el problema del terrorismo. Al parecer, es de todo lo dicho, lo que la derecha sigue manteniendo, la culpa de que la situación en las instituciones y en la sociedad esté así es del gobierno por no informar al partido de la oposición. Tengo mis dudas razonables.
La derecha diseña una estrategia para explicar los atentados del once de marzo que no se sostiene, como consecuencia de ello, o no, pierden las elecciones. Desde ese mismo día inician una campaña agresiva contra el gobierno al que acusan de cometer un sin fin de tropelías legales y políticas, que nunca han conseguido demostrar, pero que mantienen vivas asegurando que ya se demostrarán. En aquellos momentos no se hablaba de la negociación con eta, sin embrago, las relaciones ya estaban muy tensas entre el gobierno y la oposición, por lo que parece evidente que no ha sido la supuesta falta de información lo que ha llevado las cosas al punto en el que están.
Pero es más, en un tema de esta magnitud, como es el terrorismo, aunque fuera cierto que el gobierno, que tiene el derecho y la obligación de dirigir la política antiterrorista, no informó adecuadamente en aquel momento de lo que pensaba hacer, no es razón suficiente para que se dé cada día este lamentable espectáculo, tanto por los dirigentes políticos que aspiran a gobernar como por los “medios de comunicación”, “tertulianos”, “periodistas”, manipuladores, etc., aunque fuera cierto que el gobierno no informó, insisto.
Tanta incoherencia y tanta incompetencia velada es muy alarmante.
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