ZONA DE TRANSGRESIÓN

Un espacio en el que opinar con total libertad, en ocasiones con cierta ironía, pero con respeto.

17 noviembre, 2006

“LA PRESIDENTA” SÉGOLÈNE ROYAL


Hoy se atrevía a decir un “tertuliano” habitual en los medios que “no siempre un buen candidato luego es un buen gobernante”. Comentaban la noticia del día: la aplastante victoria de Ségolène Royal en las primarias del Partido Socialista Francés. En sus palabras se podía leer entre líneas una doble crítica, así lo entendí: una por ser mujer y la otra por representar a ese partido.
Su comentario, vacío por completo, se puede decir de cualquiera que aspire a un cargo público, y, por lo tanto, es como decir nada. Así que cuando se mezcla la superficialidad, el machismo y ciertas dosis actitud reaccionaria, el resultado es detestable. Y justamente ha sido esta actitud deplorable la que han puesto en práctica sus contrincantes dentro del partido, con comentarios del tipo “¿quién cuidarán de los hijos?” o “¿le has pedido permiso a tu marido?”; a lo que ella ha sabido sacar mucho provecho en la campaña, y lejos de descalificarla ante los votantes por ser mujer y madre de cuatro hijos, le ha supuesto, junto a sus propuestas políticas, un apoyo considerable, como para triplicar en votos al segundo aspirante, el tecnócrata Dominique Strauss-Kahn.
Royal se convierte así la primera mujer que aspira a la presidencia francesa, lo que supone un hecho histórico en el país de las galias, y además lo hace con bastantes posibilidades de ganar. Al respecto, comentó que está viviendo intensamente este momento de felicidad, y que Francia va a escribir una nueva página en su Historia, al mismo tiempo que daba las gracias desde el fondo de su corazón.
Ségolène Royal tiene 53 años de edad, es presidenta de la región de Poitou-Charentes y ha sido ministra de Medio Ambiente y de Familia. En su carrera hacia el Palacio del Elíseo se encontrará, probablemente, con Nicolás Sarkozy, el posible candidato de la muy dividida derecha francesa, que después de varios años en el poder no ha demostrado aún ser un buen candidato a presidente, pero sí ha dejado claro que es un mal gobernante; sólo hay que recordar su estrepitoso fracaso como ministro del Interior en los últimos años.
De modo que se espera un buen giro en la política francesa, de formas y de contenido, que por extensión debe notarse en toda Europa y en resto del mundo.