EL “EXCUSADO” DE DON ALBERTO
Alguna vez ya hemos comentado que hay demasiados especialistas en llamar nuestra atención sobre un asunto determinado, por lo general irrelevante, mientras las cosas importantes nos pasan desapercibidas. Es la estrategia de la pata que cuida de su prole cuando se le acerca la hiena; la pata, instintivamente, se aleja de los patitos y llama la atención del carnívoro, escenificando que está afectada por todo tipo de males y mostrándose como una presa fácil, mientras sus pequeños se ponen a salvo en el lago. Desde que ella asegura del éxito de la estrategia, se repone milagrosa y rápidamente, corre hacia el lago para ponerse a salvo también y deja al hambriento con dos palmos de narices.
En la política pasa lo mismo, así consiguen poner a salvo sus intereses, cuando el amplificador de los medios de comunicación se ponen a su servicio y no al servicio del interés de los ciudadanos.
Es lo que ha pasado con la alcaldía de Madrid. Volvemos a recibir sólo la superficialidad del tema en cuestión: se da a entender que sólo hay dos candidatos y lo conocido o no que ambos sean. Mucho me temo que no saldremos de ahí, que no se entrará en un debate serio de la gestión que se ha hecho ni de las nuevas propuestas que todos los candidatos/as presenten. Evidentemente, eso pasará con la alcaldía de Madrid y con cualquier otro cargo que se vaya a elegir en la próxima convocatoria.
De momento, el más conocido, y por tanto “el mejor” es don Alberto. Exhibe un plumaje pomposo, muy colorido y brillante; se nota que se acicala muchísimo, que tiene tiempo y dinero para ello. Lo que más tiene es dinero, tiene tanto que su faraónica obra madrileña se ha incrementado un cuarenta por ciento sobre el presupuesto inicial, es decir, costará mil cuarenta millones de euros más de lo previsto. Vamos, como cualquier familia que hace obras en casa; firmamos un presupuesto que luego el contratista lo incrementa un cuarenta por ciento más, por distintas adversidades con las que se ha topado mientas se desarrolla el trabajo, y nosotros lo asumimos sin dificultad alguna para nuestra economía.
Sin embargo, don Alberto no se conforma con ser el rival “del otro candidato”, don Miguel Sebastián, porque éste no tiene su plumaje, ni su abolengo, ni su dinero, ni nada. (Como dije, de los otros candidatos/as ni se habla. ¿No hay más? ¿No hay más partidos ni más proyectos?). Por ello, don Alberto quiere medirse con el Presidente del Gobierno colocándose a su altura cuando insiste en que el auténtico protagonista de la oposición será el señor Rodríguez Zapatero, refiriéndose al asunto del nombramiento del señor Sebastián.
Esta insistencia tiene, al menos, dos lecturas: la primera es que se siente ganador con mucha suficiencia, y, por tanto, ya está endosándole la derrota al Sr. Zapatero, con lo cual don Alberto hace oposición al Gobierno del Estado; y la segunda, consecuencia de la anterior, es que él aspira a la Presidencia del Gobierno en el dos mil doce, postulándose así como candidato. Es decir, el pájaro colorido pretende que la atención se desvíe a su terreno, en lugar de que se centre en el terreno del interés general, como debiera ser siempre, y que sólo se debata sobre el objeto de la convocatoria, en este caso, que se debata sobre la gestión y proyectos para la alcaldía de esa ciudad.
Don Alberto es tan particular que necesita un trato adaptado a su personalidad, a su estilo, al hecho de estar militando en la derecha política pero queriendo ser de centro reformista. Por eso, para él no valen los parámetros con los que se analizan a los demás políticos.
En este sentido, a don Alberto le pasa como a Vladimir Luxuria, la diputada transexual italiana que fue expulsada del servicio de señoras en la Cámara de Diputados. La “señora Luxuria” tuvo un altercado con doña Elizabetta Gardini, desde siempre mujer, diputada de Forza Italia, el partido del señor Berlusconi, cuando ésta vio entrar en el servicio de las damas a la diputada Luxuria, y le increpó en público: “¡¡El uso del cuarto de baño es una cosa fisiológica, y no una cuestión psicológica!!”. Vladimir, que se siente muy mujer y lleva faldas porque lo considera más adecuado a su personalidad, ha tenido otros incidentes desagradables como el que protagonizó con Alessandra Mussolini, digna nieta de su fascista abuelo, en el que ésta le llegó a decir “mejor fascistas antes que maricones”. Aquel incidente del baño derivó en que la señora Gardini, solicitó al señor Presidente de la Cámara un baño exclusivo para la diputada Luxuria.
Todo ello nos llena de “orgullo y satisfacción” al comprobar que en cualquier rincón del planeta democrático se da muestras de un estilo muy respetuoso y, sobre todo, de un pensamiento político, social, económico, etc., tan refinado y profundo, que nos hace confiar plenamente en estas representaciones. (Elizabetta Gardini también procede del mundo del espectáculo).
Pero, sobre todo, nos empuja a solicitar un “excusado” adecuado para el don Alberto. Porque hay momentos en los que da a entender que se siente cómodo en el mismo que usa el resto de compañeros de grupo, mientras que en otros, como cuando hay congreso del partido, muestra síntomas de no hacer las cosas muy a gusto; hay momentos en los que parece admitir el papel que le asigna el partido, aunque que en otros parece dar muestras de ir contra el mismísimo líder,… En fin, que si Luxuria va a estar la mar de cómoda en sus nuevas dependencias, aquí no deberían cejar en el empeño de que don Alberto también encuentre su “excusado” perfecto.
En la política pasa lo mismo, así consiguen poner a salvo sus intereses, cuando el amplificador de los medios de comunicación se ponen a su servicio y no al servicio del interés de los ciudadanos.
Es lo que ha pasado con la alcaldía de Madrid. Volvemos a recibir sólo la superficialidad del tema en cuestión: se da a entender que sólo hay dos candidatos y lo conocido o no que ambos sean. Mucho me temo que no saldremos de ahí, que no se entrará en un debate serio de la gestión que se ha hecho ni de las nuevas propuestas que todos los candidatos/as presenten. Evidentemente, eso pasará con la alcaldía de Madrid y con cualquier otro cargo que se vaya a elegir en la próxima convocatoria.
De momento, el más conocido, y por tanto “el mejor” es don Alberto. Exhibe un plumaje pomposo, muy colorido y brillante; se nota que se acicala muchísimo, que tiene tiempo y dinero para ello. Lo que más tiene es dinero, tiene tanto que su faraónica obra madrileña se ha incrementado un cuarenta por ciento sobre el presupuesto inicial, es decir, costará mil cuarenta millones de euros más de lo previsto. Vamos, como cualquier familia que hace obras en casa; firmamos un presupuesto que luego el contratista lo incrementa un cuarenta por ciento más, por distintas adversidades con las que se ha topado mientas se desarrolla el trabajo, y nosotros lo asumimos sin dificultad alguna para nuestra economía.
Sin embargo, don Alberto no se conforma con ser el rival “del otro candidato”, don Miguel Sebastián, porque éste no tiene su plumaje, ni su abolengo, ni su dinero, ni nada. (Como dije, de los otros candidatos/as ni se habla. ¿No hay más? ¿No hay más partidos ni más proyectos?). Por ello, don Alberto quiere medirse con el Presidente del Gobierno colocándose a su altura cuando insiste en que el auténtico protagonista de la oposición será el señor Rodríguez Zapatero, refiriéndose al asunto del nombramiento del señor Sebastián.
Esta insistencia tiene, al menos, dos lecturas: la primera es que se siente ganador con mucha suficiencia, y, por tanto, ya está endosándole la derrota al Sr. Zapatero, con lo cual don Alberto hace oposición al Gobierno del Estado; y la segunda, consecuencia de la anterior, es que él aspira a la Presidencia del Gobierno en el dos mil doce, postulándose así como candidato. Es decir, el pájaro colorido pretende que la atención se desvíe a su terreno, en lugar de que se centre en el terreno del interés general, como debiera ser siempre, y que sólo se debata sobre el objeto de la convocatoria, en este caso, que se debata sobre la gestión y proyectos para la alcaldía de esa ciudad.
Don Alberto es tan particular que necesita un trato adaptado a su personalidad, a su estilo, al hecho de estar militando en la derecha política pero queriendo ser de centro reformista. Por eso, para él no valen los parámetros con los que se analizan a los demás políticos.
En este sentido, a don Alberto le pasa como a Vladimir Luxuria, la diputada transexual italiana que fue expulsada del servicio de señoras en la Cámara de Diputados. La “señora Luxuria” tuvo un altercado con doña Elizabetta Gardini, desde siempre mujer, diputada de Forza Italia, el partido del señor Berlusconi, cuando ésta vio entrar en el servicio de las damas a la diputada Luxuria, y le increpó en público: “¡¡El uso del cuarto de baño es una cosa fisiológica, y no una cuestión psicológica!!”. Vladimir, que se siente muy mujer y lleva faldas porque lo considera más adecuado a su personalidad, ha tenido otros incidentes desagradables como el que protagonizó con Alessandra Mussolini, digna nieta de su fascista abuelo, en el que ésta le llegó a decir “mejor fascistas antes que maricones”. Aquel incidente del baño derivó en que la señora Gardini, solicitó al señor Presidente de la Cámara un baño exclusivo para la diputada Luxuria.
Todo ello nos llena de “orgullo y satisfacción” al comprobar que en cualquier rincón del planeta democrático se da muestras de un estilo muy respetuoso y, sobre todo, de un pensamiento político, social, económico, etc., tan refinado y profundo, que nos hace confiar plenamente en estas representaciones. (Elizabetta Gardini también procede del mundo del espectáculo).
Pero, sobre todo, nos empuja a solicitar un “excusado” adecuado para el don Alberto. Porque hay momentos en los que da a entender que se siente cómodo en el mismo que usa el resto de compañeros de grupo, mientras que en otros, como cuando hay congreso del partido, muestra síntomas de no hacer las cosas muy a gusto; hay momentos en los que parece admitir el papel que le asigna el partido, aunque que en otros parece dar muestras de ir contra el mismísimo líder,… En fin, que si Luxuria va a estar la mar de cómoda en sus nuevas dependencias, aquí no deberían cejar en el empeño de que don Alberto también encuentre su “excusado” perfecto.
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