CATALUÑA LO CONFIRMA
Los ciudadanos/as de Cataluña fueron convocados ayer a las urnas para elegir a su parlamento autonómico. El primer dato que sobresale, y así lo han destacado todos, es la baja participación, que ha sido un 5,77% inferior a la del año dos mil tres. Sólo se acercaron a las urnas el 56,77% de los ciudadanos/as con derecho a voto. Eso significa que unas 380.000 personas fueron a votar en las pasadas elecciones y en estas no lo han hecho.
Este dato confirma el hartazgo que vive la sociedad respecto a una forma de hacer política, de afrontar los problemas, de analizarlos y de no solucionarlos. De modo que todos los partidos deberían sentarse con tranquilidad, observar la realidad con objetividad y modificar sus formas de proceder en la práctica diaria.
No será fácil que los partidos se pongan a esta tarea a la vista de las declaraciones después de conocerse los resultados. A pesar de lo malos que han sido para todos, siguen empeñados en lecturas subjetivas y tergiversadoras, leyendo cada cual lo que menos malo sea para sus intereses, para dejar claro que ha ganado y el adversario ha perdido.
Mi primera lectura de los resultados es la siguiente:
1º.- Quien más contenta parece estar es ICV porque tiene cuarenta mil votantes más (es la única fuerza política que sube); sin embargo, sólo la apoyan doscientos ochenta y un mil ciudadanos/as, en un censo de más de cinco millones doscientas mil personas, lo que la convierte sólo en la quinta fuerza política de Cataluña con doce escaños.
2º.- Los otros cuatro partidos que estaban representados en el Parlamento han perdido muchos votos, todos. Quien más perdió fue el PSC, doscientos cuarenta y un mil (obtiene 789.767 votos), lo que lo ha dejado sólo en treinta y siete diputados. Luego aparece ERC, que perdió más de ciento treinta mil votos (obtiene 414.067 votos), se queda sólo en veintiún diputados, manteniéndose como la tercera fuerza política. Después está CiU, que ha perdido casi cien mil votos respecto a las anteriores elecciones (obtiene 928.511), a pesar de ser la primera fuerza con cuarenta y ocho diputados. Y por último está el PP, que sólo pierde ochenta mil votos, es la cuarta fuerza política de Cataluña, apoyada por unos trescientos trece mil votantes.
3º.- La irrupción de Ciudadanos de Cataluña, que se ha visto apoyada por 89.567 votantes, lo que le proporciona tres diputados en le parlamento.
Es evidente que todos los partidos se pueden ahorrar el presupuesto en cohetes y brindis para dedicarse a un trabajo serio, que resuelva de verdad los problemas y mejore las condiciones de vida.
La segunda lectura que hago, quizá menos objetiva pero que se podría generalizar, además del desencanto generalizado, es que caen en el ridículo más espantoso quienes continúan con un discurso catastrofista de lo que el futuro político nos depara, por eso el PP no sube; que la gran mayoría de la población castiga duramente la corrupción, bien sea para subvencionar al partido o para enriquecimiento personal, por eso CiU baja; que no se admiten los numeritos de farándula ni el espectáculo grotesco de los gobernantes, por ello ERC ha sido castigada; que la mala gestión y/o las derivas radicales, bien a la izquierda o a la derecha, que hagan sentir a las personas algo de riesgo para su bienestar, no so bienvenidas; y que el único discurso que puede calar en los/as votantes, si se presenta ordenado, equilibrado, coherente, factible, asumible, etc., es el de conciencia ecológica por un desarrollo sostenible.
Todos los iluminados catastrofistas “se han quedado sin trabajo” y aunque sólo sea por sentido del ridículo deberían abandonar ese discurso, cuando no cambiar de profesión, bien sea tertuliano/a, analista, político/a o editorialista. Y los que se queden, que muestren más trabajo, más propuestas viables, más proximidad a los vecinos, más pedagogía política con base en datos objetivos, más rigor en la gestión y más eficacia y rentabilidad del sueldo que cobran.
Este dato confirma el hartazgo que vive la sociedad respecto a una forma de hacer política, de afrontar los problemas, de analizarlos y de no solucionarlos. De modo que todos los partidos deberían sentarse con tranquilidad, observar la realidad con objetividad y modificar sus formas de proceder en la práctica diaria.
No será fácil que los partidos se pongan a esta tarea a la vista de las declaraciones después de conocerse los resultados. A pesar de lo malos que han sido para todos, siguen empeñados en lecturas subjetivas y tergiversadoras, leyendo cada cual lo que menos malo sea para sus intereses, para dejar claro que ha ganado y el adversario ha perdido.
Mi primera lectura de los resultados es la siguiente:
1º.- Quien más contenta parece estar es ICV porque tiene cuarenta mil votantes más (es la única fuerza política que sube); sin embargo, sólo la apoyan doscientos ochenta y un mil ciudadanos/as, en un censo de más de cinco millones doscientas mil personas, lo que la convierte sólo en la quinta fuerza política de Cataluña con doce escaños.
2º.- Los otros cuatro partidos que estaban representados en el Parlamento han perdido muchos votos, todos. Quien más perdió fue el PSC, doscientos cuarenta y un mil (obtiene 789.767 votos), lo que lo ha dejado sólo en treinta y siete diputados. Luego aparece ERC, que perdió más de ciento treinta mil votos (obtiene 414.067 votos), se queda sólo en veintiún diputados, manteniéndose como la tercera fuerza política. Después está CiU, que ha perdido casi cien mil votos respecto a las anteriores elecciones (obtiene 928.511), a pesar de ser la primera fuerza con cuarenta y ocho diputados. Y por último está el PP, que sólo pierde ochenta mil votos, es la cuarta fuerza política de Cataluña, apoyada por unos trescientos trece mil votantes.
3º.- La irrupción de Ciudadanos de Cataluña, que se ha visto apoyada por 89.567 votantes, lo que le proporciona tres diputados en le parlamento.
Es evidente que todos los partidos se pueden ahorrar el presupuesto en cohetes y brindis para dedicarse a un trabajo serio, que resuelva de verdad los problemas y mejore las condiciones de vida.
La segunda lectura que hago, quizá menos objetiva pero que se podría generalizar, además del desencanto generalizado, es que caen en el ridículo más espantoso quienes continúan con un discurso catastrofista de lo que el futuro político nos depara, por eso el PP no sube; que la gran mayoría de la población castiga duramente la corrupción, bien sea para subvencionar al partido o para enriquecimiento personal, por eso CiU baja; que no se admiten los numeritos de farándula ni el espectáculo grotesco de los gobernantes, por ello ERC ha sido castigada; que la mala gestión y/o las derivas radicales, bien a la izquierda o a la derecha, que hagan sentir a las personas algo de riesgo para su bienestar, no so bienvenidas; y que el único discurso que puede calar en los/as votantes, si se presenta ordenado, equilibrado, coherente, factible, asumible, etc., es el de conciencia ecológica por un desarrollo sostenible.
Todos los iluminados catastrofistas “se han quedado sin trabajo” y aunque sólo sea por sentido del ridículo deberían abandonar ese discurso, cuando no cambiar de profesión, bien sea tertuliano/a, analista, político/a o editorialista. Y los que se queden, que muestren más trabajo, más propuestas viables, más proximidad a los vecinos, más pedagogía política con base en datos objetivos, más rigor en la gestión y más eficacia y rentabilidad del sueldo que cobran.
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