DESENCANTADORES
Con independencia de que hables con jóvenes o con mayores, parece que el panorama está dominado por un cierto desencanto, que arranca en mucha gente del entorno, pasa por el municipio en el que vivimos, se extiende por todo el ámbito nacional hasta que se hace presente en la esfera internacional.
Algunas de las fuentes cuyas emanaciones nos invaden de tal maligna sensación aparecen en nuestros espacios vitales sin que les hayamos dado permiso para ello, fuerzan el desencanto cuando el deseo es mantener la ilusión y el buen ánimo.
Las fuentes que con más frecuencia nos afectan son:
1ª.- El ámbito de lo social, cuando comprobamos cómo se extiende un modelo de persona, que antes era representado sólo por el varón, cada vez más soez, agresivo, descarado, etc.; y que muestra en cierta medida el fracaso de un proyecto que aboga por ciudadanos/as diferentes, educados, respetuosos, tolerantes, críticos, etc.
2ª.- El caudal de malas sensaciones transmitido por los/as políticos/as. Sus corruptelas, sus mentiras, sus malas artes, sus falacias, su falta de respeto a las normas, su escaso interés por la ciudadanía, etc., etc., están generando bastante desencanto entre ciudadanos de bien. Estos hechos afectan a la médula espinal del sistema democrático; cuando desde siempre nos han dicho que los estados democráticos se caracterizan, principalmente, por la división e independencia de sus tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), ahora comprobamos como parecen ser cada día menos independientes, menos objetivos y más instrumentalizados. Reflejo de todo ello es la prensa, que desde siempre se erigió en el cuarto poder, y que ahora se muestra muy instrumentalizada, subjetiva, dependiente, desinteresada por los objetivos más básicos de los ciudadanos, etc. etc. Es decir, amargamente desencantadora, sin incentivar debates profundos sobre las propuestas de los políticos, carente de análisis rigurosos en los programas de los candidatos, superficial, machaconamente repetitiva, servil, etc.
3ª.- El poder económico, altivo, se percibe dominante de los hilos claves que controlan todo los sistemas de un país, en una economía globalizada con la que se siente muy a gusto. Todo lo cual le permite mostrar cada año cómo obtiene unos beneficios que duplican los del año anterior, moverse con total libertad por el planeta, al mismo tiempo que muestra su alarma si las personas se mueven también. En muchas ocasiones se muestra dispuesto y capaz de “comprar” hasta las voluntades, cosa de la que nos enteramos años después cuando algún informe se desclasifica, o por situaciones semejantes.
4ª.- El cuarto gran motivo de desencanto viene dado por el clima educativo que estamos obligados a soportar en los centros. Siguiendo el modelo de las dictaduras, un número muy reducido de individuos imponen su voluntad frente a la gran mayoría del alumnado y de todo el profesorado, consiguiendo convertir “sus derechos” en una la auténtica amenaza para el sistema. Resulta alarmante comprobar cómo una persona, un o una joven, puede perder todos sus derechos (hasta los más elementales como la libertad) si actúa contra las normas que esta sociedad se ha dado; sin embrago, aunque actúe reiteradamente contra las normas de la institución educativa, nunca pierde “sus derechos”, y si no se le respetan en su centro educativo se le aseguran en el de al lado. Sin más, sin tomar medidas preventivas, sin tomar decisiones que impidan que el infractor se pavonee por todo el centro con una chulería desquiciante, sin hacer un esfuerzo para evitar que su mal ejemplo cunda, sin poner los recursos (organizativos, educativos, materiales, humanos, sociales, etc.) necesarios para que las peleas entre “iguales”, agresiones al profesorado, acosos, etc., sigan siendo (junto con la religión) las noticias educativas.
¿Y las soluciones? Habrá que ponerse a la tarea y encontrarlas, habrá que propiciar un auténtico espíritu democrático, que con propuestas y debates serios en diferentes ámbitos, conduzcan a esta sociedad globalizada por los mejores senderos.
De momento, tenemos que reactivar a “la tribu”, al estilo propuesto por José Antonio Marina con la movilización educativa que ha emprendido, extendiéndola a otros ámbitos de la vida. Y mientras llegan los frutos de tal movilización tenemos que apostar por el espíritu de “La Juani”: luchadora, cargada de energía, con deseos de “comerse” el mundo, trabajando y luchando por conseguir sus sueños.
Algunas de las fuentes cuyas emanaciones nos invaden de tal maligna sensación aparecen en nuestros espacios vitales sin que les hayamos dado permiso para ello, fuerzan el desencanto cuando el deseo es mantener la ilusión y el buen ánimo.
Las fuentes que con más frecuencia nos afectan son:
1ª.- El ámbito de lo social, cuando comprobamos cómo se extiende un modelo de persona, que antes era representado sólo por el varón, cada vez más soez, agresivo, descarado, etc.; y que muestra en cierta medida el fracaso de un proyecto que aboga por ciudadanos/as diferentes, educados, respetuosos, tolerantes, críticos, etc.
2ª.- El caudal de malas sensaciones transmitido por los/as políticos/as. Sus corruptelas, sus mentiras, sus malas artes, sus falacias, su falta de respeto a las normas, su escaso interés por la ciudadanía, etc., etc., están generando bastante desencanto entre ciudadanos de bien. Estos hechos afectan a la médula espinal del sistema democrático; cuando desde siempre nos han dicho que los estados democráticos se caracterizan, principalmente, por la división e independencia de sus tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), ahora comprobamos como parecen ser cada día menos independientes, menos objetivos y más instrumentalizados. Reflejo de todo ello es la prensa, que desde siempre se erigió en el cuarto poder, y que ahora se muestra muy instrumentalizada, subjetiva, dependiente, desinteresada por los objetivos más básicos de los ciudadanos, etc. etc. Es decir, amargamente desencantadora, sin incentivar debates profundos sobre las propuestas de los políticos, carente de análisis rigurosos en los programas de los candidatos, superficial, machaconamente repetitiva, servil, etc.
3ª.- El poder económico, altivo, se percibe dominante de los hilos claves que controlan todo los sistemas de un país, en una economía globalizada con la que se siente muy a gusto. Todo lo cual le permite mostrar cada año cómo obtiene unos beneficios que duplican los del año anterior, moverse con total libertad por el planeta, al mismo tiempo que muestra su alarma si las personas se mueven también. En muchas ocasiones se muestra dispuesto y capaz de “comprar” hasta las voluntades, cosa de la que nos enteramos años después cuando algún informe se desclasifica, o por situaciones semejantes.
4ª.- El cuarto gran motivo de desencanto viene dado por el clima educativo que estamos obligados a soportar en los centros. Siguiendo el modelo de las dictaduras, un número muy reducido de individuos imponen su voluntad frente a la gran mayoría del alumnado y de todo el profesorado, consiguiendo convertir “sus derechos” en una la auténtica amenaza para el sistema. Resulta alarmante comprobar cómo una persona, un o una joven, puede perder todos sus derechos (hasta los más elementales como la libertad) si actúa contra las normas que esta sociedad se ha dado; sin embrago, aunque actúe reiteradamente contra las normas de la institución educativa, nunca pierde “sus derechos”, y si no se le respetan en su centro educativo se le aseguran en el de al lado. Sin más, sin tomar medidas preventivas, sin tomar decisiones que impidan que el infractor se pavonee por todo el centro con una chulería desquiciante, sin hacer un esfuerzo para evitar que su mal ejemplo cunda, sin poner los recursos (organizativos, educativos, materiales, humanos, sociales, etc.) necesarios para que las peleas entre “iguales”, agresiones al profesorado, acosos, etc., sigan siendo (junto con la religión) las noticias educativas.
¿Y las soluciones? Habrá que ponerse a la tarea y encontrarlas, habrá que propiciar un auténtico espíritu democrático, que con propuestas y debates serios en diferentes ámbitos, conduzcan a esta sociedad globalizada por los mejores senderos.
De momento, tenemos que reactivar a “la tribu”, al estilo propuesto por José Antonio Marina con la movilización educativa que ha emprendido, extendiéndola a otros ámbitos de la vida. Y mientras llegan los frutos de tal movilización tenemos que apostar por el espíritu de “La Juani”: luchadora, cargada de energía, con deseos de “comerse” el mundo, trabajando y luchando por conseguir sus sueños.
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