ZONA DE TRANSGRESIÓN

Un espacio en el que opinar con total libertad, en ocasiones con cierta ironía, pero con respeto.

06 noviembre, 2006

EDUCACIÓN SEXUAL “MODERNA”



Las organizaciones más conservadoras en el tratamiento de la educación sexual se han visto reforzadas de nuevo por la irrupción en el debate de dos personajes de relevancia mundial: el actual presidente de la administración norteamericana y al activista Bob Geldof.
El primero insiste en que la abstinencia es el mejor método para luchar contra el SIDA y todas las enfermedades de transmisión sexual, por la misma razón que no conducir sería el mejor método de lucha contra los accidentes de tráfico y los elevados precios del petróleo; no fabricar armas sería un buen método para luchar contra las guerras y sus “efectos colaterales”; no aspirar a una vivienda digna (renunciar a ese derecho constitucional), sería un método muy eficaz de lucha contra la especulación y corrupción urbanística; y no comer es un método muy eficaz en la lucha contra la obesidad.
Por eso, los programas escolares que insiste en potenciar la administración del Sr. Bush, “han ampliado” hasta los veintinueve años la edad de quienes deben recibirlos, insistiendo en la abstinencia como el mejor método de lucha contra estas enfermedades. Desde luego, parten de un principio irrefutable: si no hay relaciones no hay contagio.
Pero, al mismo tiempo, se basan en la irrealidad, porque no es viable que a todo un colectivo de personas tan amplio como es el que estamos mencionando, se le pida que se abstenga de mantener relaciones sexuales después de que se le ha pedido que se “abstenga” de comer bien, de vivir en casas dignas, tener buenos servicios; en definitiva, se la ha “pedido” que renuncie a muchísimas expectativas en sus vidas, se le dice que se queden en sus países y ”renuncien a alcanzar nuestro bienestar”, y, además, que se abstengan de tener relaciones sexuales. De modo que queda “clarísimo” que es una propuesta muy realista y viable como la que más.
Por ello, se acusa a esta línea de tratamiento y lucha contra estas enfermedades, de condenar a un elevadísimo número de personas a padecerlas, cuando no a la muerte, si viven en países con un alto déficit sanitario. Por otro lado, la falta de realidad de los programas oficiales tiene como consecuencia que en el año 2003, en aquel país, nacieran 998.262 niños/as hijos/as de madres solteras, cuyas edades oscilaban entre los 19 y 29 años de edad. Y claro, como el mensaje oficial es “espera a estar casada para tener un hijo/a”, la forma más eficaz de conseguirlo es la abstinencia. Como se ve, todo realismo.
El segundo, Bob Geldof, ha respaldado estas tesis, llegando incluso a elogiar el programa que la administración norteamericana lanzó en el año 2003, el Plan Presidencial de Emergencia para Aliviar el Sida (
PEPAR), dotado de unos 15.000 millones de dólares (12.700 millones de euros), un tercio de los cuales se destina a organizaciones religiosas pro-abstinencia.
Al común de los mortales nos asaltan varias dudas. Una de ellas es si estos “líderes” que se manifiestan en favor de la abstinencia, toman algunas decisiones tan polémicas porque se abstienen; o quizá ellos no son consecuentes con lo que sugieren a los demás. Es más, dudo que de verdad se crean la eficacia de estas propuestas, porque no es posible que desconozcan la realidad social de tantos rincones del planeta. ¿Podemos pensar que sólo por seguir manteniendo sus principios morales tomen esta deriva tan poco práctica y tan poco eficaz? ¿Por qué exigimos tanto respeto hacia nuestros valores, y sin embargo se los intentamos imponer a los demás? ¿Cuál es el respaldo científico (sanitario, sociológico, estadístico, etc.) que tienen los programas abstencionistas?